Cuando toda su familia muere en el asedio de Jerusalén, Hadasa no entiende por qué fue elegida para sobrevivir. Llevada a Roma como cautiva, se salva de ser víctima de los espectáculos de gladiadores cuando la venden como esclava. Cada día Hadasa  lucha contra su temor por compartir su fe y clama a Dios por el valor para hablar de Él con la familia que sirve, en particular con su Marcus, el apuesto hijo de familia que se siente atraído por la diferencia que ve en la vida de ella. Rodeada de violencia, lujuria y decadencia moral, Hadasa observa a cada miembro de la familia encaminando su propia búsqueda por la felicidad, con cada vez menos esperanza de encontrarla.

Al fin Hadasa tendrá que elegir a quien servirá: si le será fiel al Dios que la ha acompañado o si cederá a su temor ante las fuerzas de la decadencia romana.